viernes, 21 de julio de 2017

La incondicional

Gracias por enseñarme esmeradamente que una mujer
tiene que ser tierna, inteligente y honorable ante todo.

No pocos tangos describen esto. Tangueros que, bandoneón en mano, lloran con él la mujer perdida. Boleros también... La mujer no-sabida-valorar.

La incondicional... a mí me tocó que sea también mi primer amor. ¿Cómo hizo ella para ver, tras quince años de diferencia de edad, que yo era su media naranja... su perfecto par?

Obviamente yo no pude ver eso. Lo veo ahora. Ahora que ya tengo edad para estar con ella que, obviamente creció también, y obviamente tiene también otra edad.

La incondicional... y comparo a todas las mujeres con ella. Décadas ya llevo haciendo eso. ¿Cuál se podrá comparar, si ni siquiera ella misma podría congelar ese espejo?

Inteligentísima, y sin embargo dócil como paloma; muy honorable, como esas personas de buena madera de otras generaciones. Tierna... amante. Era todo hacer el amor.

Ir al supermercado, salir a caminar... comer, al cine. Regresar, charlar; estar juntos... todo era hacer el amor. Hacían el amor nuestras almas meramente estando juntas. ¿Cómo pedir menos?

Recuerdo sus manos frías, caminando de la mano; pedía que la llevara de la cintura... su risa infinitamente inteligente y tierna a la vez: mi Thalía personal y única. Mi heroína del Amor.

domingo, 11 de junio de 2017

Carolina, la confidente

Una vez nada más
Se entrega el alma
Con la dulce y total
Renunciación...
(Agustín Lara)


Esta niña hermosa luego sería, de grande, Carolina. Una confidente única.

Nos conocimos hablando muy casualmente, pues atendía "el cyber" de la otra cuadra y era de esas personas con las que "congeniás" inmediatamente.

Ambos con pareja, ella creo que años luego se casó, y finalmente tuvo la familia con hijitos que quería. Y yo con la mujer que más amé...

Ella era mi confidente, pues casi sin percatarme hablaba constantemente de mi pareja, pero no me lo hacía saber: me escuchaba pacientemente.

Una amistad magnífica, llena de paseos al parque y cosas realmente profundas. Me marcó muchísimo un momento en que, hablando de mi pareja, finalmente lloré.

Carolina, muy astutamente, me dijo: "¿vos te diste cuenta que digas lo que digas de tu pareja, nunca hablás mal?".


"¿Te diste cuenta, que aún sufriendo, son todas palabras de amor?"... Eso me lo dijo, inteligentísimamente, quizás 1.000.000 de palabras después, ya adentrados en nuestra amistad.

Y lloré... y me abrazó; Carolina, la sabia confidente.